obra mixta para guitarra y electroacústica
Un pequeño homenaje a un gran pensador argentino, no lo suficientemente reconocido y cuyo trabajo, a lo largo de su vida, consistió no solo en pensar lo americano sino en pensar desde América. Casi en sus propios términos podría decir que la obra consiste en un intento de balbucear un forma sonora y efímera en la memoria afectiva , un arañazo de existencia robado al devenir de la vida misma...
Ser y no ser del paisaje
El paisaje se agiganta en el largo trayecto que va de la palabra a su realidad. La distancia convencional de su objetividad, del simple estar presentes el árbol, la llanura, el río se supera. Detrás de su grafismo, iluminado por rasgos y colores, cierta hondura roza el extremo común a nuestra existencia y el mundo. La realidad pretenciosa y definidora de la palabra y de la forma queda como un balbuceo en labios del paisaje. que honesto siempre, nunca enuncia: lleva sus formas a la deriva, flotando insignificantes en su nimbo demoníaco.
Es como si la realidad del paisaje no radicara en lo que él muestra, sino en el demonismo que esconde, en un transobjetivo o mas bien, en un inconsciente de sus formas visibles. En él se refugia la posibilidad de toda forma y yace el determinismo mágico, por el que cada árbol lleva el estigma de ser un simple árbol, cuando podría haber sido un pez o un alga. El árbol, simple forma, es el ser: la marioneta fija que brota de la totalidad reaiiter del paisaje. La definición escuálida, creada desde abajo, de la tierra hacia arriba, del demonismo a la fijación de su ser-en-el-paisaje. Su forma define sólo alguna de sus parcelas más diminutas, sin que su definición sea nunca exhaustiva; porque ser árbol lleva como un nimbo la magia demoníaca de poder haber sido un alga.
El paisaje subvierte así el sentido del ser. Le opone al ser, al espejo cristalino de su mundo ordenado, la sinrazón que lo quiebra por rebeldía y autismo, por una imitatio dei que encierra en su seno los vectores de infinitas posibilidades de existencia. Y esta posibilidad absoluta pone un telón de fondo a la definición del paisaje.

Rodolfo Kusch, La seducción de la barbarie, 1953